El hijo de reemplazo o sustitución (en neonatos)

El hijo de reemplazo o sustitución (en neonatos)

El hijo de reemplazo o sustitución es el término que se usa para referirse a un niño concebido poco después de que los padres hayan perdido a otro hijo. Fue acuñado por los psicólogos Albert C. Cain y Barbara S. Cain en 1964.

La pérdida de un hijo supone la experiencia más traumática y devastadora que puede experimentar una persona a lo largo de su vida.

Con mucha frecuencia, tras la muerte de un hijo se trata de gestar o adoptar otro niño. Es un recurso humano natural para superar la pérdida, es decir, no siempre un hijo posterior a la pérdida traumática de otro hijo tiene por qué convertirse en un hijo de reemplazo. Después de llorar y aceptar la pérdida de un hijo, los padres pueden decidir dar la bienvenida a otro hijo, y esto suele ser algo curativo. Este niño es amado y aceptado por lo que es por derecho propio y su identidad emergente es respetada.

Sin embargo, este fenómeno muy habitual y humano, puede ser peligroso e incluso muy patológico para el hijo que nace tras la muerte de un hermano. Numerosas investigaciones coinciden en afirmar la alta tasa psiquiátrica en individuos nacidos por reemplazo.

La situación patológica se presenta si convergen factores como:

 1.     Pérdida de un neonato: esta terrible situación se convierte en peligrosa especialmente para la madre si es fértil, ya que a menudo puede no sentirse validada en su terrible dolor por su entorno y socialmente al entender que nuevamente y muy pronto podrá gestar más hijos. Muchas refieren sentir que su dolor no está justificado. Esta circunstancia irremediablemente puede derivar en un nuevo embarazo y se produciría lamentablemente el punto 2.

2.     Poco tiempo entre el fallecimiento de un niño y la llegada de otro: Lo que supondría un duelo paterno no resuelto. En casos extremos tras sufrir la pérdida puede buscarse un nuevo embarazo y llegar el individuo de sustitución en menos de un año, por lo que el niño de reemplazo nacería entorno al fallecimiento de su hermano.

3.     Fantasía de que el niño/a fallecido nacerá de nuevo: Puede ser un proceso inconsciente durante el embarazo, propio del proceso natural de duelo, y se intensifica si el niño nacido es del mismo sexo que el fallecido. En muchas ocasiones incluso se trata de poner el mismo nombre al niño de sustitución (necrónimo), trámite que afortunadamente no está permitido legalmente.

4.     Circunstancias de la muerte del niño: si es por accidente, enfermedad etc. la posible implicación del progenitor en ella incidirá en la culpa posterior transmitida e incidirá directamente en el proceso de duelo, siendo más traumática y su duelo más complicado si es repentina.

5.     Idealización tras la muerte del hijo fallecido: En muchos casos tras la pérdida se construye una imagen de hiperidealización. Incluso en niños fallecidos a los pocos meses de edad el progenitor o progenitores pueden construir una imagen completa de “perfección”, capacidades, parecido físico, etc. imposible posteriormente de alcanzar por el niño de reemplazo. En casos graves el individuo de reemplazo puede estar expuesto a comparaciones sobre su físico o capacidades de forma directa.

Las consecuencias de este fenómeno son graves para el / los progenitores ya que nunca conseguirán sustituir al niño fallecido, pero mucho más graves para el individuo de reemplazo al ser un niño cuya autoimagen está en desarrollo y depende, en gran medida, de la percepción que sus padres le proyectan. En muchos casos, estos individuos de reemplazo referirán:

- relaciones complejas con padres emocionalmente inaccesibles,

- no haberse sentido queridos, aunque luchen por esa posibilidad siempre,

- relaciones en su vida adulta inestables y basadas en apego inseguro y

- alto riesgo de patología durante su vida.

Es crucial por tanto para los profesionales de la salud estar atentos a este fenómeno y asesorar a:

-       Pacientes tras la pérdida de hijos.

-       Examinar el bienestar psicológico de los niños nacidos después de la pérdida de un hermano (bebé/niño).

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