Son etapas de transición donde las personas son altamente influenciables ya que no está madura su personalidad. Por ello se hace altamente importante la atención de los padres ante la aparición o manifestación de conductas o síntomas que produzcan malestar o sufrimiento o afecten a la vida cotidiana y se prolonguen al menos 3 meses en el tiempo. Una intervención a tiempo de forma eficaz y rápida evitará otros problemas asociados y servirá como experiencia de superación y aprendizaje de habilidades útiles en la formación de su autoconcepto en formación durante esta etapa.
Limitar contexto: Es muy importante determinar si un mal comportamiento se produce solo en un contexto o situación determinada o se expresa de forma generalizada. Ejemplo si el niño realiza conducta disruptiva solo en colegio o en colegio/casa/casa de abuelos. Esto nos dará la base para intervenir ya que la intervención varía de un caso a otro.
Identificar reforzadores: Debemos entender que está manteniendo la conducta, sin saberlo está siendo reforzada. Es importante aprender lo que actúa como premio o reforzador de la conducta. Aunque nos parezca sorprendente muchas veces regañar al niño puede actuar como premio. Pregúntame como.
Cuanto antes se intervenga con el niño menos afectará en un futuro ya que con problemas de conducta severos o no resueltos podemos caer en lo que se llama “efecto de bola de nieve” es decir acabará afectando a más áreas de su vida e incluso en su autoestima.
De igual forma es importante intervenir lo antes y más efectivamente posible ya que los problemas de conducta o mal comportamiento no resueltos o mal resueltos se manifiestan con el tiempo en escalada, es decir: crecen en intensidad y frecuencia con la edad.